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La persona más amable suele ser la más inteligente

La primera vez que escuche la afirmación -que pone título a este artículo- fue en inglés; dice “often, the kindest person in the room is the smartest”. Causó un gran impacto en mi, ya que muy dentro mío sabía que se trataba de una gran verdad. Este artículo pretende divulgar la comprobación científica de ese dicho, en base a las conclusiones y demostraciones de muchos estudios de neurociencias. Y no sólo eso, sino que pretende animar al lector a convencerse de todos los beneficios que puede conseguir de entrenar su amabilidad (sí, así es, se puede entrenar).

Quiero comenzar enseñando esta imagen de un estudio del cerebro en el que se observan las distintas estructuras que se activan según estemos siendo amables o criticones con nosotros mismos.

Es posible que esto no diga nada claro ni explícito, pero es que las neurociencias saben que esas zonas que se activan cuando no somos amables, dificultan los procesos plásticos del cerebro. Especialmente, cuando no somos amables hacia nosotros mismos.

Cuando no somos amables con nosotros mismos, se activa una zona -o aumenta su actividad- que es el precúneo que está más relacionada con la autoidentificación y puede llevar a una percepción más sesgada y egocéntrica de la realidad (1). Es decir, nos creemos más ese personaje que nos hemos montado, lo fomentamos, y disminuye a la vez la capacidad de empatía, de comprender al otro, disminuye la capacidad de tener una percepción más objetiva de las cosas, y disminuye la capacidad de procesar información cognitiva. (2)

A nivel estructural, la amabilidad también se asocia con un aumento en el crecimiento de las conexiones neuronales, particularmente en las dendritas, que son cruciales para la comunicación entre neuronas. Hay estudios que demuestran que cuando no somos amables estas conexiones se ven limitadas, lo que puede acelerar el envejecimiento cerebral (3)

Cuando, por el contrario, estoy siendo amable conmigo mismo (y los demás), simplemente percibo lo que está pasando. Podemos decir que el proceso de percepción tiene menos filtros, o es más ecuánime.

Sabemos que una cadena de pensamientos que no es amable, que es más una crítica dura, aumenta la actividad de la amígdala y disminuye la actividad de la corteza cingulada anterior, que es una de las estructuras más involucradas en el aprendizaje. (2)

Estas estructuras que se activan de forma diferenciada cuando estoy siendo amable conmigo mismo o cuando no, provocan una reacción en cadena que activan otras estructuras llegando a redes muy diferentes. Es de alguna manera un catalizador que determina qué redes se activan y cuales no.

La amabilidad no es entendida sólo en un contexto cognitivo como la falta de juicio en un pensamiento, sino también manifestada con actitudes y expresiones físicas en nuestras relaciones con los demás.

Está demostrado que las personas que recibieron un abrazo antes de la llegada de una situación estresante, liberaron menos cantidad de la hormona cortisol, y experimentaron una menor sensación de estrés. A la vez, hay estudios que demuestran que cuando cooperamos con otras personas, ofreciendo nuestra ayuda, se incrementa la actividad neuronal y se favorece la comunicación entre los cerebros.

Cuando miramos a los ojos a alguien con amabilidad se favorece la sincronización cerebro-corazón, y se activa lo que se conoce como “el circuito empático”, que son una serie de estructuras cerebrales que se asocian a pensamientos positivos y compasivos (también hace que los otros nos parezcan más guapos). Además los comportamientos amables activan el sistema de recompensa (núcleo accumbens y estriado ventral) que segregan dopamina, serotonina y oxitocina, lo que produce sensación de bienestar.

En síntesis, la amabilidad ha demostrado tener múltiples beneficios en diferentes aspectos de la vida. A continuación, se detallan algunos de los beneficios más destacados que han sido respaldados por investigaciones científicas:

1. Beneficios para la salud mental

  • Reducción del estrés: Practicar la amabilidad puede ayudar a reducir los niveles de estrés. Al involucrarse en actos amables, las personas experimentan una disminución en la producción de hormonas del estrés, como el cortisol. (4)

  • Bienestar psicológico: También está demostrado que las personas que están pasando por un proceso terapéutico o por una crisis, si se las acompaña con una mirada amable, se produce una mayor organización de su psicología. (5)

  • Mejora del estado de ánimo: Realizar actos de bondad se asocia con la liberación de endorfinas y oxitocina, neurotransmisores que promueven sensaciones de felicidad y bienestar. Esto puede ayudar a reducir síntomas de depresión y ansiedad. (6)

2. Mejora de relaciones sociales

  • Fortalecimiento de vínculos: La amabilidad fomenta conexiones sociales y fortalece las relaciones interpersonales. Los actos de bondad generan reciprocidad, donde los demás son más propensos a responder con amabilidad a su vez. (7)

  • Incremento de la empatía: Ser amable puede aumentar la empatía, permitiendo a las personas entender mejor las emociones y perspectivas de los demás, lo que facilita relaciones más profundas y significativas. (8)

3. Beneficios físicos

  • Salud cardiovascular: Algunos estudios sugieren que los comportamientos amables pueden tener efectos positivos sobre la salud del corazón, al reducir la presión arterial y mejorar la salud cardiovascular en general. (9)

  • Mayor longevidad: Investigaciones han encontrado que las personas que participan en comportamientos prosociales pueden vivir más tiempo. Esto podría deberse a la reducción del estrés, a una mejor calidad de sueño y la mejora de la salud en general. (10)

4. Mejora del bienestar general

  • Aumento de la satisfacción vital: La amabilidad se asocia con un mayor sentido de satisfacción y propósito en la vida. Realizar actos de bondad puede contribuir a una mayor percepción de significado en la vida. (11)

  • Fomento de una mentalidad positiva: La práctica regular de la amabilidad puede ayudar a cultivar una mentalidad positiva y optimista, lo que a su vez puede influir en otros aspectos de la vida, como el rendimiento laboral y la creatividad. (12)

5. Impacto en trabajo

  • Aumento de la productividad: La amabilidad en el lugar de trabajo puede mejorar el ambiente laboral, lo que a su vez puede aumentar la productividad y la satisfacción laboral entre los empleados. (13)

  • Fomento de la colaboración: Un entorno laboral amable fomenta la colaboración y el trabajo en equipo, lo que puede llevar a resultados más innovadores y efectivos. (14)

Entrenar nuestra amabilidad

Entrenar la amabilidad puede ser un proceso deliberado y consciente, similar a desarrollar cualquier otra habilidad. Es un proceso que puede beneficiar tanto a la persona que la practica como a quienes la reciben. Las investigaciones en neurociencia sugieren que la amabilidad se puede cultivar activamente y que tiene asociaciones cerebrales que facilitan la empatía y el comportamiento prosocial. A través de prácticas conscientes y del entendimiento de cómo funciona nuestro cerebro, podemos desarrollar esta valiosa habilidad.

La amabilidad, la empatía, la compasión, requieren la capacidad mental de de ir más allá de nuestros impulsos más primarios, y de salirnos del piloto automático. Para ser bondadosos tenemos que apagar ese instinto animal y entrenar a nuestro cerebro a recorrer un camino diferente en los procesos de cómo valoramos lo que acontece (a nosotros mismos, a otros y a las circunstancias).

El entrenamiento mental, a través de prácticas como la meditación, el mindfulness y técnicas de inteligencia positiva, puede ayudar a cultivar la amabilidad al promover el desarrollo de la autocompasión y la empatía hacia los demás. Estas prácticas fortalecen áreas del cerebro como la corteza prefrontal, asociada con la regulación emocional, y la corteza cingulada anterior, involucrada en el procesamiento del aprendizaje y la empatía. Además, reducen la reactividad de la amígdala, lo que ayuda a manejar mejor el estrés y las emociones negativas, facilitando respuestas más amables y menos impulsivas (15). El enfoque en la inteligencia positiva se centra en reentrenar los "saboteadores" mentales, como la autocrítica, para fomentar patrones de pensamiento más constructivos y compasivos. A través de la repetición y el refuerzo de estos hábitos positivos, es posible incrementar la neuroplasticidad, lo que hace que el comportamiento amable sea más automático y natural con el tiempo.

Conclusiones

En resumen, la frase "La persona más amable suele ser la más inteligente" refleja una realidad respaldada por la neurociencia, ya que la amabilidad está estrechamente ligada a un funcionamiento cerebral óptimo. Practicar la amabilidad activa áreas como la corteza prefrontal y la corteza cingulada anterior, responsables de la regulación emocional y la empatía, mientras que reduce la actividad de la amígdala, asociada al estrés y a reacciones impulsivas. Esto no solo mejora las interacciones sociales, sino que también potencia habilidades cognitivas como el aprendizaje y la toma de decisiones.

Además, entrenar la amabilidad, a través de prácticas como la meditación o el mindfulness, incrementa la neuroplasticidad, facilitando conexiones neuronales más eficientes y saludables, lo que refuerza el dicho de que la bondad es un signo de inteligencia. La inteligencia positiva, al suprimir la autocrítica y fomentar pensamientos constructivos, refuerza estos beneficios. Así, la perfsona "más amable" puede ser, efectivamente, la "más lista” o la “más inteligente" porque ha desarrollado las herramientas para regular sus emociones y mejorar sus habilidades cognitivas.

Bibliografía

  1. The Precuneus and Consciousness. Andrea E. Cavanna

  2. The cingulate cortex and limbic systems for emotion, action, and memory. Edmund T. Rolls.

  3. Anterior Cingulate Cortex Contributions to Cognitive and Emotional Processing: A General Purpose Mechanism for Cognitive Control and Self-Control. Marie K. Krug, Cameron S. Carter

  4. The influence of kindness on stress reduction. Journal of Positive Psychology. Curry, O. S., & Stanka, J. (2011).

  5. Self-compassion in Psychotherapy. C.K. Germer (2013)

  6. The effects of kindness on happiness: Evidence from a longitudinal study. Journal of Happiness Studies. Layous, K., & Lyubomirsky, S. (2014).

  7. The development of social capital through reciprocity. Social Capital: Theory and Research. Buchan, N. R., & Croson, R. (2004).

  8. The functional architecture of human empathy. Behavioral and Cognitive Neuroscience Reviews. Decety, J., & Jackson, P. L. (2004).

  9. Altruism, happiness, and health: it’s good to be good. International Journal of Behavioral Medicine. Post, S. G., et al. (2006).

  10. The Role of Kindness in Improving Health. Pew Research Center (2017).

  11. Positive Psychology, Positive Prevention, and Positive Therapy. In: Handbook of Positive Psychology. Seligman, M. E. P. (2002).

  12. The role of positive emotions in positive psychology: The broaden-and-build theory of positive emotions. Fredrickson, B. L. (2001).

  13. Give and Take: A Revolutionary Approach to Success. Grant, A. M. (2013).

  14. The impact of interpersonal relationships on collaborative knowledge sharing: The moderating role of social capital. Wang, Y., & Hsu, C. H. (2010).